Verde esperanza en medio del cemento

por Lautaro Romero
Fotos: Rodrigo Ruiz
28 de septiembre de 2021

En La Matanza, donde hay menos de un metro cuadrado de espacio verde por habitante, reclaman que sea reconocido como reserva natural el predio del ex Aeroclub Argentino. Mientras luchan por preservarlo deben lidiar con la amenaza de un complejo de más de 2 mil viviendas que destruiría el ambiente.

Hay personas a las que probablemente no les mueva ni una sola fibra del cuerpo la crisis climática y ambiental que padece la Tierra y se agudiza a cada instante, ver miles de hectáreas de bosque nativo quemado, el deshielo de los glaciares, ver cómo desaparecen las áreas naturales, las zonas de pastizales y humedales; para construir torres de lujo, seguir tapando todo con cemento y alejarnos de la naturaleza. 

Por suerte en las ciudades hay personas que le escapan a la apatía y prefieren hacer algo para creer en un futuro distinto, con más espacios verdes y menos edificios. Son personas que dan pelea en los territorios para salvar la biodiversidad, estimular el trabajo comunitario, la conciencia ambiental, la transición ecológica, el sentimiento de pertenencia por el territorio que habitamos. 

Es el caso de los vecinxs de Gregorio de Laferrere, que desde hace años exigen que el predio del ex Aeroclub Argentino sea reconocido como área protegida.

En Laferrere, la localidad con mayor cantidad de habitantes de La Matanza (alrededor de 250 mil), la población no solo vive sumergida en la pobreza y en constante riesgo de muertes silenciosas y enfermedades por el uso de agrotóxicos y la contaminación del agua, la tierra y el aire; sino que también vive hacinada: hay sólo 0,56 m2 de espacio verde por persona, cuando lo recomendable es de 10 a 15 m2.

En 2019 Y 2020, vecinxs presentaron proyectos en el Concejo Deliberante y en la Intendencia con fundamentos para promover la declaración de la reserva y darle a este ambiente una protección legal frente a la amenaza de quema intencional de pastizales, descarga de residuos y el avance de proyectos urbanísticos sin el consenso popular: en marzo de este año, el intendente Fernando Espinoza anunció la construcción de un complejo de más de 2 mil viviendas del plan Procrear II, que extinguiría casi en su totalidad estas tierras de alto valor biológico, social y cultural.

Jorge, de la organización de Vecinxs por la Reserva Natural de Laferrere, nos comenta: “El Estado debería generar proyectos urbanísticos en otras zonas que tengan en cuenta la cuestión ambiental, no acá donde vivimos hacinados. La pandemia nos está demostrando que el hacinamiento es muy grave para tener una salud digna. Nosotros tenemos que ser parte y decidir cómo queremos vivir. A esto se le suma la responsabilidad de los partidos y movimientos sociales, de adónde llevamos a la gente a vivir, porque si los llevamos a una zona de humedales les estamos perjudicando la vida. El derecho a la vivienda es compatible con el derecho a vivir en un ambiente sano. Nosotros no tenemos ninguna duda: son derechos a los que tiene que acceder toda la comunidad”.

En los proyectos presentados se proponen como ejes una zona de reserva para conservar la flora y fauna, senderos marcados para recorrer y cartelería, una zona parquizada para actividades de recreación, esparcimiento y deportes, un centro de interpretación con museo y espacio cultural (en la zona del ex Aeroclub), además de una huerta agroecológica, un vivero de plantas nativas y jardín de mariposas.

“Queremos ampliar y rescatar los espacios verdes que nos quedan –dice Sergio- y que valen también para La Matanza, porque mucha gente de Rafael Castillo, Isidro Casanova, González Catán vienen acá porque es accesible y porque en sus barrios tampoco hay plazas. Se nota esa falta de espacio verde público. Por eso en el proyecto que presentamos uno de los ejes es generar un cordón parquizado en los alrededores. Ya lo están haciendo en uno de los límites del predio, donde los vecinos del barrio Jorge Newbery recuperaron 700 metros lineales de extensión a partir del año pasado y hoy tienen espacios con plazas, juegos, canchas de fútbol, mesas y bancos. Un trabajo vecinal autogestivo que comenzó a darse en este clima de pandemia. Podríamos decir que es el parque público más grande de La Matanza, en un municipio donde no hay parques oficiales, sólo plazas”.

Humedal, calidad ambiental y vivienda

Al predio lo atraviesan tres arroyos que alimentan el Rio Matanza. Entre ellos, el arroyo Susana: “Pese a su condición natural de base de tierra, antes de que finalice la reserva tiene una base de cemento –explica Jorge-. Y está entubado. Hay un barrio que lleva su nombre. Alrededor del arroyo vivía mucha gente y las inundaciones eran permanente. Eso no se contempla, no se tiene en cuenta. El Banco Hipotecario está presente acá, hoy en día maneja más de 1800 hectáreas de tierras públicas. ¿Cómo puede ser que un banco, con una participación estatal mínima mayoritariamente privado, esté manejando la tierra pública? No ponen nada en debate, deciden ese tipo de proyectos que no son buenos para Laferrere”.

De las 83 hectáreas que tiene el espacio, hay que descontar las siete hectáreas ocupadas por el hospital Néstor Kirchner, una subestación eléctrica, un CPC (Centro de Protección Comunitaria), un relleno -tipo corralón- con cascotes que ocupa el municipio y alrededor de 70 hectáreas que ocuparía el Procrear: 2400 viviendas con casas de dos pisos, 39 edificios de dos pisos y 22 torres de ocho pisos más planta baja. Más lo que vayan a ocupar en trazar calles y en rellenar algunos terrenos aledaños a la viviendas. Es decir que de concretarse estas obras, la reserva desaparecería de un plumazo. Y con ello aumentarían las posibilidades de que muchas familias terminen bajo el agua.

“Laferrere está construida casi toda en zona inundable –reconoce Sergio, quien lucha por la defensa de la reserva-. Se han loteado muchos terrenos en zonas que van a seguir siendo inundables por muchos años. Estamos peleándonos por terrenos que en realidad no son habitables. Tenemos que encarar proyectos urbanísticos viables que no vayan a generar problemas en la gente que se va a instalar y en los alrededores. Acá no hay un informe de impacto ambiental, por lo menos no lo conocemos, no está en la licitación”.

Guardianes

Durante décadas el predio del Aeroclub -con más de un siglo de historia-  a la altura del kilómetro 25 de la ruta nacional 3, simbolizó un espacio restrictivo para quienes viven en esta zona del conurbano bonaerense. Todo cambió hace diez años, cuando el Aeroclub dejó de operar, los aviones abandonaron las pistas, y los vecinos y vecinas rompieron con ese límite impuesto.

Con el tiempo lo recuperaron e hicieron propio, y construyeron una relación amigable con este ambiente dominado por pastizal pampeano que entre algunas cosas es refugio de variadas especies de plantas, animales y aves; además de ocupar un rol crucial para la población al regular las temperaturas y hacer las veces de una gran “esponja” natural, absorbiendo y reteniendo el agua para prevenir inundaciones.

“Laferrere está construida casi toda en zona inundable. Estamos peleándonos por terrenos que en realidad no son habitables", reconoce Sergio.

Jorge formó parte del proceso de reconocimiento y apropiación de la reserva: “Hicimos caminatas, vimos su potencial, cómo se desarrollaba la vegetación y la fauna, entendimos lo importante que era preservarlo. La gente conoció lo que efectivamente teníamos acá, porque no se puede defender lo que no se conoce. La comunidad es muy consciente de eso, pero lamentablemente los funcionarios y políticos no hacen lo que corresponde”.

Sergio, quien estudia profesorado de Geografía, resalta el beneficio que representa este tipo de ambientes naturales para la educación: “Hay mucho interés desde la docencia, las escuelas, jardines, universidades vienen a realizar trabajos prácticos, de investigación. Este es un pastizal, que se ve como vacante, vacío, y sin embargo tiene una gran diversidad y presta servicios ambientales. Esto no es un bosque, los bosques suelen ser más carismáticos que un pastizal”.

“Es lo más cercano a un espacio verde que podemos tener. Hace treinta años que venimos acá, desde que nacimos –dice Jonatan, mientras carga a su hijo en brazos-. Es como el patio trasero de nuestra casa. Antes en el arroyo corría agua, estaba más limpio y los chicos se metían durante el verano. Vivíamos acá al costado del arroyo hasta que empezaron a entubar. Acá tiran cubiertas, caballos muertos. Habría que cerrar la entrada para los autos y los carritos con caballos”.

Respecto a la importancia de fomentar conciencia ambiental y trabajo autogestivo entre las comunidades: “Tenemos que cuidar la naturaleza, tiene que ver con otra calidad de vida -sostiene Sergio-. En el Estado no se refleja esa preocupación, por eso los proyectos no llegan a ningún lado, sobre todo en el conurbano donde tenemos espacios verdes para recuperar que son usufructuados por privados siendo del Estado, como pasa en este predio, y en plazas que terminaron siendo baldíos y basurales. Esto demanda plata, esfuerzo y organización propia, y demuestra que hay un gran potencial en la comunidad cuando se organiza”.

Si replicamos estas experiencias, si empezamos a mirar a nuestro alrededor, a sensibilizarnos con el medio que nos rodea, a comprender lo que realmente es importante; quizás estemos a tiempo de salvar al planeta del colapso y una destrucción que, en medio de esta crisis generalizada y civilizatoria, parece inminente.  


 

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