"Los chicos viven en el medio de la soja"

por Yamila Vega
11 de abril de 2019

Yamila Vega, docente en San Andrés de Giles, le explica al presidente Macri los problemas y las enfermedades que está generando fumigar cerca de las escuelas.

En relación a las declaraciones de Macri, realizadas recientemente en Gualeguaychú, Entre Ríos, sobre la prohibición de fumigar en las zonas aledañas a las escuelas rurales, desde la Red Federal de Docentes por la Vida nos manifestamos en contra y las repudiamos, porque esto demuestra que a este gobierno, desde sus comienzos, solamente le interesó e interesa beneficiar a los sectores dominantes, y entre ellos a los de la agroindustria o agronegocio. Lo hicieron a través de varias políticas, como fue la quita de retenciones cuando asumieron, y después, en materia de Educación, también lo hicieron, promocionando capacitaciones para las escuelas técnicas agrarias, que tienen que ver con las súper mal llamadas y engañosas “buenas prácticas agrícolas”, las cuales de “buenas” no tienen nada para el medio ambiente.

Esto también hace demostrar su falta de interés por el medio rural, sobre todo para quienes habitan y trabajan en el lugar, cuando se quiso imponer -en cierta manera- el cierre de escuelas rurales, hecho ocurrido a principios del año pasado. Desde la Red sostuvimos por entonces que era una política tendiente a seguir despoblando el campo, con el objetivo de liberarlo para el cultivo de los transgénicos. 

El Presidente se mostró preocupado por el fallo judicial acerca de las distancias para aplicación de agrotóxicos alrededor de las escuelas, a los cuales denominó “fertilizantes”, mostrando una vez más su ignorancia, y tomó partido a favor de la queja de los agroproductores de la provincia.

Quienes a diario convivimos con las comunidades rurales conocemos bien de cerca cuáles son las consecuencias del uso de agrotóxicos a través de las pulverizaciones. En algunas localidades de la provincia, tanto de Buenos Aires, como en Córdoba o en Entre Ríos, hay ordenanzas que ponen un límite a las pulverizaciones que son adyacentes a las escuelas rurales. Sin embargo, en muchas otras localidades no pasa lo mismo. Sabemos que es una práctica que se lleva a cabo muchas veces en horario escolar. Existen ordenanzas que ponen límites a los metros de distancia con respecto a las pulverizaciones, y que se hacen los fines de semana. Pero ante esto no se tiene en cuenta la deriva de los agrotóxicos: es decir, los químicos permanecen en el aire, en el agua que toman nuestros alumnos, en los juegos donde realizan sus actividades, es decir, en todo lo que ellos pisan, tocan y respiran. 

"La ignorancia sobre el veneno los termina condenando a muerte"

Por lo general, las ordenanzas y las normativas relacionadas a la prohibición de agrotóxicos no contemplan a los pobladores de las zonas rurales. Muchos de ellos conviven literalmente en medio de la soja. Sobra evidencia científica acerca de los daños que provocan los agrotóxicos, tanto al medio ambiente como también a la salud humana: cáncer, hipo e hipertiroidismo, afecciones respiratorias, alergias, abortos espontáneos, entre muchas otras enfermedades. También sobran casos de muerte por envenenamiento a causa de agrotóxicos. Es decir que en este contexto, lo que estamos exigiendo y a la vez pidiendo, son políticas públicas que regulen aún más esta problemática, porque lo que hay regulado no alcanza. 

Yo soy docente en San Andrés de Giles y la escuela donde trabajo no es una escuela fumigada propiamente dicha. Es una escuela rural de alternancia, donde no sufrimos la fumigación directa porque estamos cerca del casco urbano. Pero sí asisten chicos y chicas cuyos papás se desempeñan como peones en la zona rural y manipulan agrotóxicos. Tenemos alumnos que son hijos de pulverizadores. Nosotros somos docentes que vamos de visita a la casa de los chicos en las dos semanas que no están en la escuela, y hay chicos que viven literalmente en medio de la soja. Notábamos que se reutilizaban los bidones de agrotóxicos para darle de comer a los animales o para juntar agua. Advertimos problemas en la salud de los niños y adultos, en el agua misma que bebían, y demás. Entonces, desde hace algunos años, estamos desarrollando un proyecto en torno a la problematización del uso de los agrotóxicos en San Andrés de Giles y partidos aledaños, como para concientizar sobre la problemática, y tratar de cambiar ciertos hábitos, hasta donde nos es posible como docentes. 

La situación es tremenda, porque la ignorancia sobre el veneno los termina condenando a muerte. Yo me crié en el medio rural también. Hace más de 10 años que tengo hipotiroidismo. Cuando fui al médico me preguntó si fumigaban donde yo vivía. Y por suerte, era una zona donde se fumigaba muy poco. En mi adolescencia yo vivía a esa situación como algo cotidiano, y después empecé a preguntarme qué es lo que eso tenía de malo. Y cuando empecé a escuchar y a vivir esas historias con otros estudiantes, comencé a pensar que, aunque fuese algo mínimo, yo tenía que intervenir al respecto, y comencé a instalar el tema en las aulas, a través de proyectos y contenidos. Entiendo que esto es muy importante de llevarse a cabo, tanto para los docentes que trabajamos en las escuelas rurales como también en las urbanas, porque estos establecimientos tampoco están exentos a la problemática. Sobre todo se debe reflexionar que NADIE escapa a esta problemática, a causa de los alimentos que comemos. Nosotros hemos trabajado a través de proyectos y encuestas que hicimos para empezar a instalar el tema, que se debata, y empezar a charlar todo esto con las familias. Además continuamos en alerta, luchando por el fomento de la agroecologia, y la implementación de normativas que protejan a nuestros niños y niñas, a las comunidades educativas, a los trabajadores y trabajadoras del medio rural.

 

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