Las aguas bajan turbias

por Tomás Viú
06 de julio de 2022

La mancha negra, el olor que tumba, el arroyo Ludueña color leche y la naturaleza que hace el trabajo de limpieza que no llega por los canales institucionales en Rosario. ¿Qué sucede en una provincia en la cual menos del 1% de las industrias tienen aprobado el Certificado de Aptitud Ambiental?

"Dale por esta, doblá para la derecha, si querés dejá el auto acá". Diego Marcelo Ferraro (responde a los dos nombres, algunas personas le dicen Diego, otras Marcelo) es vecino del barrio San Eduardo, noroeste de la ciudad de Rosario. Hace las veces de GPS, orientando el recorrido para llegar al lugar. Por un momento duda en la indicación pero no porque desconozca el camino sino porque pareciera que todos las rutas conducen a un mismo escenario: contaminación. “No sé para qué lado llevarte porque es todo basura”, suelta Diego, o Marcelo, con una mezcla de aviso y hartazgo.

Diego Ferraro no es Bill Murray ni actuó en aquella película cuyo título fue traducido en Argentina como El día de la marmota. En la película el protagonista se despierta todos los días y el calendario no avanza porque el tiempo está detenido: todos los días son el mismo día. El único que percibe ese bucle temporal es justamente el personaje que interpreta Bill Murray. Diego viene denunciando hace mucho tiempo la contaminación del arroyo Ludueña pero cada día la contaminación sigue ahí como si aplicara también una suerte de hechizo del tiempo. La diferencia con la película, además de tratarse en este caso de la vida real, es que tal hechizo no existe y los días en el calendario avanzan sin que aparentemente nada suceda. Sin embargo, aunque parezcan imperceptibles hay cosas que van sucediendo.

“Donde vamos ahora es donde sacaron una tonelada de basura, lo vengo denunciando hace años”. Diego hace un gesto con la mano extendida hacia el horizonte para indicar el curso de la contaminación que navega por el arroyo. “Viene arrastrando desde Pérez. La universidad (NdR: el Centro de Ingeniería Sanitaria de la UNR)  tomó muestras acá en el puente, por allá cerca del autódromo y más allá en la punta. Acá se tomó una muestra y ya viene con mierda”. Cuando Diego dice acá se refiere a la altura de Juárez Celman y el puente. “Allá en la salida se cuadriplica la cantidad de contaminación y de mierda que tiene”.

¿Lo de mierda es literal?   

“Hay de todo pero lo que más prevalece es la materia fecal. Distinto al Saladillo que sí tiene más contaminación química. Los shoppings, los countries…como no hay controles, todos van tirando mierda”.

Luz Ferradas, concejala de Ciudad Futura, cuenta sobre el informe que le encargaron de forma particular desde el bloque político que ella integra al Centro de Ingeniería Sanitaria de la UNR. “Le encargamos un estudio de calidad del agua general para poder conocer qué tipos de residuos había en el arroyo”. Luz cuenta que el objetivo era realizar un estudio exploratorio y que el informe lo sumaron a un expediente oficial del Concejo. “El resultado fue que había una alta carga en material inorgánico que tenía que ver con desechos cloacales o industriales en valores muy diferenciados en lo que era arroyo arriba y arroyo abajo”. La concejala explica que más allá de la capacidad de depuración que tiene el arroyo, la presencia de estos materiales contaminantes era muy alta. “Eso nos hace dar cuenta de que evidentemente se están arrojando en el arroyo desechos cloacales o industriales sin tratar y sin ningún tipo de control”. Las tomas de muestra las encargaron a partir de la denuncia impulsada por vecinos y vecinas que durante la temporada de enero y febrero –con la bajante del río y las altas temperaturas- veían y olían que el agua estaba diferente que en otros momentos.

Uno de esos vecinos era Diego, quien si bien hacía muchos años que venía intentando visibilizar su preocupación, empezó a notar que la mano venía distinta. No es posible engañar a los sentidos. Lo que Diego veía y olía estaba al alcance de quien rondara por el lugar sin necesidad de acercarse demasiado. No hacía falta ser perito ni especialista para entender que esos olores y colores no eran normales, que algo (o muchas cosas) no estaban bien. Y que algo (o muchas cosas) había que hacer.

– Yo venía notando el agua gris. Era gris porque se lavaba con el agua que venía. Pero yo decía que no era normal esa agua. Tocaba puertas pero nadie me daba bola. Pasó lo de la sequía, al no tener correntada se concentró y el olor te tumbaba. Como no se lavó se vio lo que tiraban: el agua quedó blanca. Era leche como la que se bañaba Cleopatra. Parecía Chernobyl. No era normal-.

Cuando en un ratito Diego pose para la foto con el arroyo de fondo, el agua no se verá color leche. El olor, que todavía no registran las cámaras, tampoco tumbará. Pero estas condiciones son circunstanciales y frágiles: dependen de las variaciones climáticas. Con sequía, la contaminación se puede ver y oler; con el agua corriendo la contaminación fluye más imperceptible por el cauce de la cuenca. “El olor a podrido ahora se fue. Pero hasta ahora nadie hizo nada; el laburo lo está haciendo la naturaleza. La limpieza la hizo la naturaleza. Era mierda pura. ¿Qué te puedo decir?”, insiste Diego.
– A partir de la visibilización de la mancha negra en 2020, venimos llevando adelante un plan de acción cuando empezamos a tomar medidas de prueba. Lamentablemente actuamos sobre las cosas cuando se dan-. Quien habla es María Laura Martínez, fiscal a cargo de la Fiscalía para la Protección de los Intereses Generales. Es una fiscalía civil que trabaja fuertemente en la defensa de los bienes ambientales. Martínez plantea la necesidad de optimizar los recursos del Poder Judicial. “Todo el tiempo recibimos materiales de vecinos que denuncian. En este caso la acción la iniciamos por una movida de visibilización por parte de vecinos del barrio San Eduardo”.

Menos del 1 % de las industrias tienen el Certificado de Aptitud Ambiental vigente en la provincia de Santa Fe

En el caso del arroyo Ludueña –también hay una investigación en curso sobre la contaminación en el Saladillo- el plan de acción propuesto por la Fiscalía tiene dos fases: una administrativa y otra judicial. En la parte administrativa harán una presentación en el Concejo Deliberante para que se pidan acciones ante el Ejecutivo, que es quien debe tomar cartas en el asunto. Pero por otro lado hay una acción judicial “de acuerdo a una estrategia que tiene que ver con las posibilidades de recursos y con la discrecionalidad técnica”. Es un amparo ambiental que está en trámite y que por lo tanto aún no tiene sentencia. La Fiscalía inició ese amparo en representación de lo que llaman “intereses individuales homogéneos”. La fiscal hace la explicación: “Se trata de la representación de un grupo indeterminado. Hacemos una lectura de los intereses de un grupo de personas, en este caso los ciudadanos de Rosario, en que no se contamine el arroyo”. La hipótesis de la Fiscalía es que están volcando efluentes. Por eso el objetivo del amparo ambiental es que cese el daño.

En un principio lo que hicieron desde la Fiscalía fue pedir en el Juzgado Distrito Civil y Comercial 7° Nominación el despacho de medidas de pruebas. “Para nosotros fue importante el reconocimiento de la legitimación activa”, cuenta la fiscal Martínez reconstruyendo el proceso. “El juez le dio trámite a la demanda, reconociendo que nosotros podíamos iniciarla. En ese contexto, hicimos tomas de muestra en distintos puntos del arroyo. Tenemos estudios donde se determinó que hay un vuelco, hay contaminación en las bocas. En distintos puntos del Ludueña es altísimo el nivel de coliforme, o sea, de materia fecal”.

Este amparo ambiental está dirigido específicamente contra el centro comercial que está al lado del Aeropuerto Internacional de Rosario. Claramente no es el único agente contaminante, más bien habría un amplio espectro -desde la Fiscalía hicieron un trabajo de campo que arrancó en Pérez y que recorrió todo el arroyo- pero el planteo se basa en el artículo 31 de la Ley General del Ambiente que establece un dispositivo que se llama responsabilidad solidaria. El texto de la ley: ´Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más personas, o no fuere posible la determinación precisa de la medida del daño aportado por cada responsable, todos serán responsables solidariamente de la reparación frente a la sociedad´. Martínez lo explica de manera sintética y contundente: “No importa qué parte de la contaminación le corresponde a cada uno. La lógica de lo ambiental es: si vos probás que están contaminando, deben responder”.

En el caso de este centro comercial, la hipótesis es que el vuelco proviene de la falta de conexión al servicio de cloacas. Además de las mediciones hechas por la Fiscalía, hay tomas que hizo el Ministerio de Ambiente en enero pasado. El esquema clásico del amparo no permitiría un despliegue probatorio porque eso insumiría un proceso más largo para producir pruebas. Al ser un amparo, aclara la fiscal, se supone que es algo urgente. “La posición nuestra es que la contaminación ya está ocurriendo. Habrá que ver qué dice el juez al respecto. Creemos que en la medida de que esta acción que iniciamos se vaya haciendo visible los demás actores se van a cuidar de contaminar”.

Un arroyo nos separa

El Taller Ecologista -organización de Rosario que desde 1985 trabaja en la defensa y preservación del ambiente – realizó un informe titulado ´Humedales Pampeanos. La cuenca del Arroyo Ludueña y sus áreas de valor para la conservación´. El trabajo, que construyeron durante 2019 y los primeros meses de 2020 en base a revisión bibliográfica, visitas a sitios puntuales y testimonios de vecinos, fue presentado como ´una primera aproximación al abordaje del arroyo y su cuenca´. En la introducción refieren al valor ecológico y cultural que tiene el arroyo para las comunidades que viven a su alrededor. ´Vecinos y vecinas que residen en sus cercanías y organizaciones sociales reclaman por su mantenimiento y protección; docentes reconocen el valor que posee como espacio de enseñanza-aprendizaje y en especial para la educación ambiental en las escuelas. Sin embargo, aún no se visualiza la importancia de estos humedales que conectan paisajes bioculturales de la ecorregión pampeana con los del extenso corredor fluvial de los ríos Paraná-Paraguay del que forman parte´.

En el texto exponen dos procesos distintos que convergen en la extensión de las tramas urbanas: ´La migración de población rural que ante la falta de oportunidades laborales en el campo es expulsada hacia las periferias urbanas que suelen estar ubicadas en áreas de humedales´; y la ´proliferación de zonas residenciales para sectores de altos ingresos traccionada por las modas de estilos de vida urbana en contacto con la naturaleza´. Estos emplazamientos aumentan la impermeabilización de los suelos de la cuenca. El aumento en la superficie impermeabilizada ´se ve agravado por la revalorización de las periferias urbanas para la localización de grandes centros comerciales, la concentración de equipamientos recreativos y deportivos, entre otros´.

Diego vive en el barrio San Eduardo desde hace veinticinco años, pero antes también vivía por la zona, en las calles La República y Sarratea. “Yo vivía de la villa a unas cuatro cuadras para allá”. Al arroyo lo conoce bien. A principios de los ochenta, cuando tenía entre diez y doce años –la villa no estaba tan grande, el shopping y el barrio cerrado no existían- el punto de reunión era justamente el arroyo. Ahí pasaban las tardes, así crecían los pibes del barrio entre gomeras y cañitas de pescar. “Estábamos acá todo el día. Y en verano nos íbamos a bañar porque había un pozo”, recuerda Diego mientras un pájaro canta fuerte como buscando llamar la atención. “El pozo estaba adentro del Rosario Golf, nos tirábamos de cabeza y no pasaba nada. Estaba limpio. Veníamos a pescar ranas o juntábamos las pelotitas de golf que andaban flotando en el arroyo”.

Diego ya no saca ranas ni peces. Hoy pesca otras cosas: “He sacado hasta piletas pelopincho, metros de silobolsa. Ahí hay una carpa tirada. Cuando hice la denuncia estaban tirando todas las pruebas de la mierda de Fisherton R. Veías las tortugas nadando falopeadas en agua blanca como leche. Mirá los ratones más grandes que el perro”. Diego no sólo señala a los ratones sino también a los responsables: “Es un problema tanto municipal como provincial”. Las veces que ha llamado por teléfono terminó escuchando el buzón de voz. “Ninguno de los dos ministros de ambiente me atendieron nunca. Ni siquiera me contestaron un mail ni un whatsapp. Me cansé de mandarles notas. Esa es la bronca, el desinterés total. Directamente te bloquean, no te escuchan o no te responden. Viven en Disneylandia”.

Bien lejos de Disneylandia, Diego posa para la cámara con un telón de fondo que nadie elegiría y que pocos quieren ver. Detrás de él, los ratones como perros, la carpa tirada, la basura amontonada lucen como trofeos de una desidia a la que nadie responde. Diego pedirá las fotos para seguir reclamando lo de siempre: que alguien le ponga un coto a la contaminación del arroyo.

´En el mundo occidental los humedales fueron objeto de representaciones negativas, ya sea por ser considerados tierras improductivas o por resultar fuente de inspiración para relatos en los que eran hogar de criaturas horrendas y de pestes´. Sin embargo, según consignan en el informe del Taller Ecologista, en las últimas décadas han tenido una revalorización a partir de diversas investigaciones. Algunas de las funciones ecosistémicas de los humedales: regulación de los ciclos hidrológicos, recargando acuíferos, almacenando y purificando agua, amortiguando los efectos de temporales y de eventos extremos como inundaciones y sequías; provisión de hábitat, refugio y alimento para un gran número de especies, muchas de las cuales son aprovechadas por las sociedades humanas.

En el estudio citan dos datos presentados en 2015 a la Conferencia de las Partes de la Convención sobre los Humedales: a escala global la superficie de humedales disminuyó entre un 64% y un 71% en el siglo XX. Y los procesos que llevaron a la desaparición de estos ecosistemas continúan a una tasa promedio del 1,5% anual.

En uno de los informes difundidos por el Taller Ecologista (MASPYMA 2010), con mediciones en seis puntos a lo largo del Arroyo Ludueña y dos de sus afluentes, se observa un deterioro del arroyo ´con valores de Demanda Biológica de Oxígeno (DBO) y de coliformes totales superiores a los niveles guías correspondientes´. En el texto publicado también se enumeran algunos de los motivos de las denuncias que hace años vienen realizando vecinos y organizaciones: descargas ilegales de camiones atmosféricos, múltiples conexiones clandestinas para la recepción de aguas cloacales domésticas y/o vertido de aguas residuales de privados, volcado ilegal de desechos tóxicos industriales.

“La contaminación de Ludueña tiene que ver con el crecimiento desmesurado e irracional de las ciudades. Y es un tema de extractivismo, de la sociedad de consumo”

Cada pocos metros Diego hace una pausa en su caminata. Se va deteniendo para observar, señalar, registrar. Se va entristeciendo durante el recorrido pero no pierde la locuacidad. Cuenta que hace muy poco –después de tanta insistencia- vinieron a limpiar el basural pero no duda en afirmar que la cosa no está funcionando. “Lo habrán limpiado hace dos meses y ya está así. ¿Tenés para sacarle una foto? Si querés caminamos un poco más allá para que veas”. Dice que cuando limpiaron pusieron “dos tachitos verdes allá”. Con los ojos apunta del otro lado del arroyo, señalando con la mirada al Stella Maris. Habla de un problema cultural pero también de una necesidad básica insatisfecha: “Esta gente no tiene servicio de recolección de basura. La Municipalidad no les brinda el servicio”. Y así, Diego sigue engrosando la lista. “El otro día en una reunión les dije que ningún camión atmosférico tiene chapa patente atrás. ¿Por qué será? Nadie quiere pagar el costo político”.

Se habla de las ciudades verdes pero esta escena no está entre las postales turísticas de Rosario. Forma parte del reverso –lado B- de las fotos que sí muestran a una Rosario como ciudad río. Pareciera haber dos ciudades adentro de una. Diego marca el parteaguas. “Es terrible contraste: tenés el barrio de mucha guita y tenés la villa. En otro lado los separa un tejido o un tapial. Acá los separa un arroyo”.

La ciudad del parche

El arroyo Ludueña forma parte de los humedales pampeanos. En la investigación del Taller Ecologista se hace foco en las alteraciones que estos ecosistemas sufren a partir de las acciones antrópicas. ´El Arroyo Ludueña es un corredor biológico natural que, junto con otros cuerpos de agua (arroyos Monje, Colastiné, Saladillo), atraviesa la matriz productiva dominante, trasladando la información biológica de manera transversal por el territorio´. Dentro de las amenazas identificadas está presente el avance de dos fenómenos: las urbanizaciones y la agricultura industrial de monocultivo. ´Ambas pueden ser catalogadas como amenazas principales puesto que llevan a una creciente artificialización del ecosistema con consecuencias irreversibles ya que tienden a reemplazarlo por completo´. Pero también refieren a otro fenómeno que pone en jaque la salud del humedal: ´la contaminación de cuerpos de agua por residuos domiciliarios, que incluye residuos sólidos urbanos que llegan desde el canal Ibarlucea, los asentamientos aledaños al arroyo en la zona anterior al entubamiento que no cuentan con sistema de recolección de residuos; los basurales que se forman con frecuencia en la cercanía de la intersección del arroyo con la Ruta 33 y la basura dispersa arrastrada desde distintos puntos, entre ellos el emplazamiento del relleno sanitario de Pérez´.

“Un día vinimos con mi hijo y escuchamos ladridos, bajamos y había un perro atado a una piedra. Lo habían dejado para que se ahogara y se muriera. Lo desatamos y se fue asustado. Dos días después de que yo hice la denuncia encontraron un cuerpo flotando. Lo mataron y lo tiraron al arroyo”. El relato de Diego se vuelca hacia la propuesta que llega en forma de pregunta: “¿Qué les cuesta formar una policía ecológica que recorra las cuencas, tanto esta como la del Saladillo? Les vengo diciendo hace tiempo: si hacés un parque como el Bosque de los Constituyentes, con mesitas, con cosas, lo podés recuperar”. El discurso de la concejala Ferradas se dirige en el mismo sentido: “Entendemos que los humedales urbanos que tenemos (Ludueña y Saladillo) tienen que ser áreas protegidas que no estén dispuestas para ningún tipo de inversión ni desarrollo inmobiliario. Son parte del humedal, lugares donde tiene que escurrir el agua, poder circular con pureza, y también un rol cultural, ambiental y recreativo que hoy no lo tienen y que podrían recuperar. Son lugares con un valor ambiental que debe preservarse”.

La pregunta de Diego queda flotando, incomoda. “¿Por qué abandonamos esto en un mundo que se está dando vuelta hacia la ecología?” Dentro del marco, lo urgente: “Los arroyos son parte de los humedales y estamos en busca de una ley. Pero limpiá esto. ¿Qué te cuesta?”. El estado de situación: “El que tiene plata tira mierda, el que no tiene plata tira basura. Y el que quiere hacer algo tiene que llenar papeles”. El diagnóstico: “La gente de la municipalidad está muy lejos de lo que es la ecología. Hay órdenes pero no las cumplen. Está pedido por la Justicia también. Labraron un acta para que se limpie”. Diego ha estado en contacto con la fiscal. “María Laura Martínez viene siguiendo esto. Lo dijo la fiscal, algunos partidos políticos también dijeron que hay que limpiar. ¿Y qué se hace?”.

Martínez aclara que si bien hay otras aristas de la contaminación del arroyo como la basura, desde la fiscalía se vienen focalizando en la cuestión del vuelco de efluentes. En última instancia el tema de la contaminación de Ludueña tiene que ver con el crecimiento desmesurado e irracional de las ciudades. Y es un tema de extractivismo, de la sociedad de consumo”. Hace referencia a la lógica depredatoria del sistema global. “Tenemos que producir, bueno, pero no tenemos los elementos adecuados”. El dato que figura en la resolución N° 284/21 del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe: menos del 1 % de las industrias tienen el Certificado de Aptitud Ambiental vigente en la provincia.
Dentro de los elementos a tener en cuenta en relación con las posibles causas de la contaminación, la concejala Luz Ferradas hace mención, por un lado, a los barrios cerrados que están a la vera del arroyo. “Hay una zona de Fisherton que no tiene cloacas, entendemos que se vienen haciendo pruebas para hacer los desagües cloacales y se tiran en crudo al río cuando todavía no tienen tratamiento”. Por otro lado, nombra al shopping Paseo del Bosque del cual, dice, desconocen el tratamiento que le da al desecho de las aguas cloacales. “Son grandes lugares que pueden tener impacto directo. La bajante del río puso al descubierto algunos desagües que van directamente a la zanja y eso va al arroyo. Si esos desechos están tratados pueden tirarse pero no hay claridad al respecto”.

En 2011 se aprobó en Rosario una ordenanza que prohíbe la creación de barrios cerrados. Luz Ferradas se refiere a esa campaña del ´Ya Basta´, un caso testigo de la resistencia popular a nivel ciudadano. “En ese momento Ciudad Futura no tenía representación en las instituciones. Fue un movimiento de Giros y el M26 dando esa disputa como parte de las organizaciones sociales de la ciudad”.

Patricia Pintos, geógrafa de La Plata entrevistada para otra nota de enREDando, también recuerda la ordenanza promovida por Giros. Hace la relación con una de las patas del extractivismo inmobiliario como es el urbanismo neoliberal. “Lo que explica que esta forma de urbanismo que se apropia de la naturaleza y vulnera ecosistemas se pueda llevar adelante es que se da en el marco de todo un conjunto de flexibilidades y desregulaciones que han sido parte de estos mecanismos que ponen por delante la zanahoria del desarrollo urbano”. En la red de relaciones aparece rápidamente la tan demorada ley de Humedales. “No es una casualidad que el proyecto de ley haya perdido estado parlamentario por tercera vez. Los sectores que hacen lobby para seguir garantizando sus privilegios en la explotación forestal, del agronegocio, del litio y en la explotación inmobiliaria son los causales de que la ley de humedales esté trabada en el Congreso. Es importante hacer una lectura integral de todo esto”, plantea Patricia Pintos.

La fiscal Martínez advierte que “la cuestión ambiental es una construcción muy lenta”. Dice que en Argentina las fiscalías civiles no trabajan estos temas, que desde la Fiscalía están iniciando un proyecto ambiental que llevará años, que lo que pretenden es sanear el arroyo Ludueña como pasó en Buenos Aires con el caso Mendoza y el saneamiento de la cuenca Matanza- Riachuelo. “La mancha negra se hizo más visible en la desembocadura porque bajó el nivel del agua pero la contaminación es preexistente. Vamos a ver cuáles son las causas. Muchas veces vamos al síntoma de la sociedad pero no a lo que está pasando que es el paradigma de exclusión, el nivel de depredación de las empresas. Es una cuestión impostergable”.

Luz Ferradas cuenta que después de tener los resultados del estudio presentaron un decreto que aprobó el Concejo y que obliga al municipio a repetir las tomas de muestra tres veces por año. Esto tiene que ver con la falta de un registro histórico de la calidad del agua en el arroyo que permita comparar los niveles de contaminación a lo largo del tiempo. “El Estado municipal se comprometió a hacer mediciones en tres puntos del arroyo para conocer en qué tramos hay mayor presencia de desechos, con lo cual se podría inferir de dónde viene esa contaminación”. Desde el Taller Ecologista también apuntan a la necesidad de planificar y ejecutar un monitoreo continuo. ´La generación de información sobre la calidad del agua de los ambientes acuáticos y de humedal de la cuenca del Ludueña está al alcance de las entidades gubernamentales. Requiere, no obstante, de un plan de monitoreo constante en tiempo y espacio, con mediciones robustas y consistentes de modo que los datos sean comparables´.

Diego, que trabaja como operador de radio, se esfuerza por amplificar la voz. “¿Me voy a ir a mi casa a prender la estufa y quedarme con los brazos cerrados? ¿O voy a hacer algo para que esto cambie y que el día de mañana mi hijo o el hijo de cualquiera lo pueda disfrutar?”. Habla de la ciudad del parche. “Nadie piensa a futuro. No hacen el pavimento para que dure veinte años. Piensan en hoy, van y le tiran un poquito arriba. Pero con dos lluvias a ese parche lo tienen que volver a tapar. Todo es así: la ciudad es un parche. Creo que no es difícil si hay voluntad de hacer las cosas bien”.

Nota publicada Enredando el 29 de junio de 2022

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