“El próximo período histórico será de pérdida de derechos”

por Estefanía Santoro
Fotos: Agustina Salinas
10 de julio de 2023

En su paso por Buenos Aires, la escritora Brigitte Vasallo reflexiona sobre el avance de la derecha y su investigación sobre las últimas comunidades campesinas de Galicia, en su país, España, que luchan contra empresas transnacionales.

Brigitte Vasallo baja al salón principal de un hotel boutique del centro con su estilo dark que la caracteriza y una sonrisa de oreja a oreja. Viste completamente de negro a excepción de los cordones amarillos de sus borcegos. Se entrega a la charla con total vocación. Asegura que hablar de la derecha le da calor: tiene una larga trayectoria reflexionando sobre cómo el neoliberalismo, los movimientos anti derechos y el pinkwashing del capitalismo suelen camuflarse en expresiones y prácticas propias de las comunidades LGBTIQNB+ para usarlas a su favor en nombre de un pseudo respeto.

El día anterior a esta entrevista, Brigitte dio una charla junto a una de las grandes referentas de la comunidad travesti trans, Marlene Wayar, en la cúpula del Centro Cultural Néstor Kirchner. La sala estaba colmada de personas que ansiaban escucharla y que le demostraron un cariño especial durante su paso por Buenos Aires. "La gestión de toda esa emocionalidad hacia mí que, en realidad, no es hacia mí, me sitúa en lugares en los que ni estoy, ni soy, ni quiero estar y va hacia una especie de espejismo de mí, que entiendo que hace la persona que lee y se crea una imagen que es propia. Luego esa imagen viene hacia mí y se incorpora en mi cuerpo, pero no es mío”, asegura. 

Ella, que desde hace años viene visibilizando las violencias de las que se sirve la monogamia, el capitalismo y el amor romántico, muestra que es posible otras formas de vincularse por fuera de ese sistema, aunque eso no significa que tenga la solución a todo.
“Cuando la vida, los amores y los amigos te van mal y al mismo tiempo tienes que sostener ese personaje que 'sabe hacer', pero es que no sé hacer. No sé cómo se hace todo lo que estoy explicando todo el rato, no sé dónde se busca, ni cómo es la solución, no sé cómo construir un espacio en el que estemos menos tristes, menos dolidas, no sé cómo repararnos y, a veces, sostener las dos cosas al mismo tiempo es exigente".

En su paso por Argentina la escritora compartió momentos con Susy Shock, otra de las grandes referentas de la comunidad travesti trans: "Verlas a ellas (Marlene y Susy) fue revelador, vibrante, había algo allí que hablaba de una forma de género que abre mundos posibles que también son habitables para mí y me consuelan. Fue realmente maravilloso, el hecho de poder estar con ellas es un regalo de la vida."  

Brigitte participó además, de un encuentro en el espacio queer de La Tribu Mostra que estalló de asistentes y estuvo en la 8° Marcha Plurinacional contra los Travesticidios y Transfemicidios el pasado miércoles 28 de junio en la Ciudad de Buenos Aires. "Estoy muy impresionada por el nivel político que tenéis aquí en general y la marcha fue un reflejo de eso. Estáis en reivindicaciones y pensamientos que, al menos, en mi entorno no imaginamos que podemos estar. Además, os estoy agradecida porque todas las cosas que estáis haciendo a nivel local tienen una onda expansiva que nos atraviesa, llega a otros lugares y nos dais posibilidades de imaginar. Me voy de aquí con esperanzas, estaba un poco más comida por el desánimo y me voy con otra luz", cuenta.

--¿Qué es lo que te genera esa esperanza en Argentina?
--Mi esperanza siempre es que vosotros habéis hecho la memoria histórica y pasa una cosa que con nosotros no puede pasar porque no hemos hecho esa memoria y es que no hay ningún tipo de conciencia de nada. Yo nací en el último año de dictadura, tengo recuerdos, pero he vivido siempre en eso que llaman democracia. Hay generaciones después de mí que no tienen ningún tipo de conciencia, ni de recuerdo y creo que eso tiene consecuencias. También tiene consecuencias que nosotras tenemos a los y las genocidas, a sus hijos y a sus nietas en la televisión haciendo reality shows y siendo gente súper guay y super querida también por la izquierda, porque hay una izquierda guay, que eso le parece guay y que a mí me parece una mierda. Todo eso va generando un clima en el que ‘la izquierda o la extrema derecha son opciones y aquí cabemos todes’, en realidad no, no cabemos todes, solamente caben los suyos. Entonces siempre tengo la esperanza de que en lugares donde habéis hecho memoria, eso tenga unas consecuencias reales también en cómo se vive el presente y cómo se articulan los futuros. Ya lo veremos, el tiempo al final también acaba desvelando sus sorpresas.

--A pesar de haber pasado por esa memoria histórica, en Argentina, lamentablemente, también estamos viviendo un resurgimiento de la derecha. La España que vemos hoy gobernada por partidos conservadores como PP y VOX parece ser la antesala de lo que podría suceder acá si triunfa la derecha en las próximas elecciones. En ese sentido me gustaría saber: ¿hubo pérdidas de derechos dentro de la comunidad LGBTIQNB+ desde que estos partidos llegaron al poder?
--De momento hubo mucha posibilidad de pérdida de espacio simbólico y eso que recién están tomando cargos. En ese tomar cargos lo primero que han hecho es, por ejemplo, en Madrid se canceló una obra de teatro de Virginia Wolf porque la Concejalía de Cultura está en manos de la extrema derecha y como eso muchísimas más cosas. Veníamos de un período que se supone que no era de extrema derecha y fíjate que en el feminismo apareció o reapareció el movimiento terf (feminismo trans excluyente) que no creo que sea un movimiento ajeno a la extrema derecha. Creo que el próximo periodo histórico que nos toca será de pérdida de derechos, desde ya.

Identidad mutante

Vasallo nació en Barcelona, en 1973. Hija de una familia gallega migrada a Francia y después a Cataluña, reivindica su identidad charnega, como se le dice, de modo despectivo en Cataluña, a quienes llegan de otras partes de España. Durante su trayectoria como escritora se destacó por su crítica a la islamofobia de género, el pinkwashing y la monogamia, así como por su análisis sobre el amor libre y las relaciones sexo-afectivas. Su último libro es Lenguaje inclusivo y exclusión de clase (2021).

--En una charla sobre neoliberalismo dijiste: “Somos las contemporáneas de las brujas a las que aún no han quemado pero que están a punto de hacerlo”. ¿Quienes serían? ¿En Argentina podemos pensar que son las lideresas indígenas que luchan contra el extractivismo?
--Claro, podría pensar en un montón de gente, lo que pensaba en esa charla en concreto era precisamente en las campesinas que son mis primas y tías, mi entorno directo, las campesinas que están luchando en un territorio que está dentro de Galicia que es un campo precapitalista, de subsistencia. Están luchando contra las grandes transnacionales de energía, como lo que está pasando aquí en Jujuy y en otros lugares que están totalmente abandonadas. El público que asistía a esa charla que era un público urbano y feminista no está viendo que ellas precisamente son las brujas a las que están quemando, no las están viendo porque no hablan nuestro lenguaje, porque no son guays. Mis primas no son guays. Ser guays quiere decir que si entramos a una fiesta transfeminista mis primas y yo, a mí se me mira, pero a mis primas no. A mis primas no se les deja ni entrar si vienen con olor a vaca y tierra en las uñas. No son cool, no dan para la buena foto, no son romantizables tampoco. Lo que les está pasando a ellas no se está teniendo en cuenta porque parece que para que luchemos por algo, esa población tiene que ser digna a nuestros ojos, de nuestro esfuerzo por la lucha y entonces luchamos por las que consideramos nuestras iguales o por quién nos podemos reflejar o por quién podemos incluso paternalizar. Estas poblaciones campesinas en el Estado español, no son poblaciones agricultoras, sino que son lo previo: es ahora mi principal eje de activismo. ¿Qué estamos diciendo? ¿Somos las nietas de las brujas? Cariño, esas ya fueron. Si vieses a esas abuelas tuyas, supuestas brujas, te caerían mal porque no están diciendo las palabras que tú dices, no están leyendo a les autores que tú lees y te parecerían unas atrasadas, salvajes y bárbaras en el mal sentido y unas no sé qué, qué hay que ir a disciplinar y hacerles talleres queer. Lo que pasa es que como están muertas desde hace siglos, no hablan, son ideales. Entiendo que es una reivindicación preciosa, no digo que no, pero al mismo tiempo hay que ponerle realidad a eso y decir, tenemos aquí a las brujas y no las estamos viendo. 

--¿De que se trata tu actual eje de activismo?
--Estoy investigando mi aldea para entender un poco quién soy, en un soy que intenta ser plural y que al fin es también un proceso de la historia. En España es difícil construir el imaginario sobre qué es este tipo de campesinado en Europa. Todo el imaginario que tenemos del campesinado es la agricultura que recibe migración y maltrata a esa migración, acá estamos hablando de otra cosa, es bastante anterior a eso, siguen sobreviviendo como pueden y están por acabar en los próximos años. Yo soy mutante, hija de campesinas, ellas mismas mutadas porque se fueron a ser sirvientas en París y ahí se refinaron porque les dijeron que lo suyo no valía y entonces tomaron todas esas formas, incluso de hablar. Tuvieron que aprender el castellano y el francés, solamente hablaban gallego. Tuvieron que rechazar todo lo que eran y educarme para ser distinta a ellas. Eso es lo que nadie tiene que hacer o lo que a nadie se le pide que haga, eso se le pidió a nuestras madres y a otras muchas madres en procesos de diáspora y en procesos de mutación, entonces, yo soy mutante.

--¿Hubo una pérdida de la tradición y la cultura en tu familia?
--Claro, allí tenemos tierras comunales, que seguramente son las últimas de Europa y van a desaparecer. Yo para consolarme pienso que tengo el privilegio de estar viviendo sus últimos años. Esas tierras comunales generan toda otra forma de estar en el mundo que es distinta como, por ejemplo, cuando yo recojo castañas del suelo en el camino y les pregunto a mís tías o a mis primas: “¿Me puedo quedar esto?”, me miran con compasión y me dicen: “Por supuesto, lo del camino es de todos, cómo no vas a poder coger las cosas del camino”. A mi me enseñaron que las cosas del suelo no se cogen.


 

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