“Las competencias van y vienen, las palabras no”

por Maxi Goldschmidt
17 de febrero de 2017

Kódigo empezó a los 11 años imitando a Vico C. Una década después es uno de los mayores referentes del hip hop argentino. Un camino personal que cada día tiene menos de improvisación.

Fotos: Juan Pablo Barrientos

 

El río de palabras que despliega cuando rapea, siempre distinto e improvisado, viene de un mismo mar. Mucho más que cantar, tener flow, vestir de ancho o con visera, ese mar es el hip hop. Kódigo es, a los 21 años, uno de los que mejor interpreta ese mar. Lo lleva dentro. Ese es su poder.

¿Cómo llegó el rap a tu vida?

Nací en Rosario, y me crié en el barrio Latinoamérica, conocido popularmente como FoNaVi, nacido de un plan de viviendas. El rap me llegó por mi viejo, a los once años. Él está en la movida de la iglesia evangélica, y grababa muchas canciones de la radio. La música cristiana cuenta con muchos géneros. Y una vez escuché un rap de Vico C, un portorriqueño que no se dedicaba exclusivamente al rap cristiano y me interesó muchísimo lo que hacía. Nunca había escuchado rap ni nada como eso. Me pareció increíble cómo rimaba, y su energía. Todo eso me dieron ganas de rapear.

¿Lo conociste a Vico C?

No, todavía no. Una vez me habló un pibe que es seguidor mío desde hace tiempo, que cuando lo trajeron a Vico C, le mostraron mi trabajo, y le había gustado. Yo no estaba en esa época. Me encantaría conocerlo, es un groso. Gracias a ese tipo es que yo rapeo. Empecé escuchándolo a él. Al principio copiaba las letras, entonces iba a la escuela y decía: ‘chequéense esta letra que hice, loco’. Entonces, rapeaba esa letra que no era mía, y la gente decía: ¡Uh, Increíble! Los pibitos de la escuela decían: ¡Qué zarpado! Y yo estaba robándole a Vico. Y después me puse las pilas y empecé a escribir mis letras. Al principio tomaba las de Vico y agregaba cosas mías, después empecé a improvisar, y después todo me salió naturalmente. Estaba un día en la escuela, empecé a rimar con las cosas que tenía cerca, a rimar con todo, todo el tiempo. Después se me convirtió en una adicción. Salía a la calle y todo lo que veía lo convertía en rima. Veía una pared y pensaba que rimaba con “sed” y con “merced”. Y así seguía. Con el tiempo fui mejorando, le iba encontrando la vuelta.

¿Qué otros artistas fuiste encontrando en ese camino?

Primero escuché a todos los artistas del rap centroamericano. Y raperos que también hacían el género del reggaeton pero que tenían temas de rap que me parecían super buenos. De hecho yo escuchaba rap centroamericano que era más directo. Y cuando me mostraban rap español pensaba: “¿quiénes son estos raros?” Yo estaba acostumbrado a escuchar un mensaje más directo, más barrial, pero me fui ampliando y entendiendo que es un género, y que hay diferentes maneras de destacarse, y que una de esas es la poesía. Cuando sos más chico, lo que te hace bien del rap es que, para ser un buen rapeador, tenés que informarte. Tenés que leer y tener a mano muchas palabras. Quieras o no, cuando uno empieza a rapear, quiere ser bueno. Y si querés ser bueno y tenés la iniciativa, tenés que aprender más palabras, querés salir de tu barrio a ver otras cosas, para tener distintos puntos de vista. Porque uno está narrando algo, te convertís en una revista o un diario. Estás contando la realidad que se vive, pero de forma pura, sin ningún filtro. Lo vivo, lo canalizo, y lo rimo así.  Algunas cosas que no me animo hablando, las digo rimando. Esa es mi manera de canalizar lo que siento. Quizá al principio no sabés para dónde ir. Yo ni siquiera sabía si había raperos en Argentina. Imaginate, pensaba que era el único (risas).

¿Cuándo fue ese descubrimiento?

La primera vez que conocí a un rapeador fue en el Monumento a la Bandera. Yo rapaeaba en mi casa, me escuchaban mis viejos nomás, hasta que me dejaron ir al Centro a ver si había rapeadores. Fui, pero más de grande. Tenía 13 y me encontré con un par de pibes que estaban ahí rimando y me di cuenta de que no era el único. Empecé a formar un lazo con ellos. “Estamos todos en la misma, estos también rapean, usan visera, se visten de ancho”. Y en esa época, hace diez años o menos, no era tan común. Hoy quizá salís y en una esquina ves a los pibes rapeando, en la escuela igual, y eso está buenísimo. En esa época era como que veías a un chabón vestido de ancho y decías: "Uh mirá qué groso, ese loco debe rapear". Hicimos una tribu que se llamaba SMK y estábamos siempre ahí, en el Monumento. Competíamos todo el día, entre nosotros, era nuestra manera de vivir el rap, porque no había rap en ningún lado. No conocíamos eventos ni nada. Solamente nos juntábamos y rapeábamos. Eso nos llevó a crecer. Con el paso del tiempo, sentía que rapeaba mejor. Fue como una preparación.

A veces en esas rimas se lanzan algunos golpes bajos. Pareciera que está todo bien, pero se dicen cosas fuertes, insultos y bardeadas ¿cómo ves eso?

Yo lo tomo de esta manera: había un pibe en el barrio que siempre jugaba re cheto al fútbol. Pero el loco, lo que tenía, era que jugaba "muy descansero". Alardeaba. Como él sabía que jugaba bien le hacía caños a todo el mundo. Vivía haciendo caños. Cañitos por acá, cañitos por allá, se cagaban todos de risa, en un lugar que se llamaba El Playón. Que era un lugar en el que te veía todo el barrio. Si te "descansaban" te veían de los edificios de allá arriba, y después te decían: "Qué cañito que te hicieron, pa, ¿eh?". Pero ahí no estaban las mismas reglas que en el club. Entonces, al loco, lo cagaban a patadas. Le daban un par, y el loco, con el tiempo, se fue convirtiendo en un jugador profesional. Hoy en día juega profesionalmente al fútbol, no te voy a decir quién es. Aprendió -con el tiempo- que tener un poder superior al de los otros pibes, de jugar al fútbol, de ser más habilidoso y talentoso, no significaba que podía estar "bolaceándolos" a todos. Pero le costó aprenderlo, porque apenas lo descubrís, te querés divertir un poco. ¿Entendés lo que te digo? Es como "uy, mirá lo que puedo hacer, re cheto". Y yo me lo tomo como esto. Que si vos sos un pibe que está empezando a rapear y lo primero que encontraste son las batallas, y te divertís compitiendo con tu amigo, es divertido. Es una etapa que quizás no tenés que quemarla. Te dura un tiempo. Pero si ya tenés 25 o 30 años, y ya sabés lo que es el rap, lo que es el rap bien hecho, y todavía seguís robando con "la bardeada", entonces no estás haciendo las cosas bien. Para mí, llega un momento, en que cuando vos te dedicás de entero al rap y te lo tomás en serio, decis: "Voy a rapear, no voy a ser un insultador, voy a ser un rimador". Es hacer rimas, que muestren calidad por encima del otro, justamente con calidad y no con insultos. Porque, insultar, insulta cualquiera.

¿Por qué dejaste de competir?

Ya no me gusta. Cada tanto lo hago porque el público lo pide mucho, pero son excepciones. Ya no me llama competir, ahora estoy más interesado en encontrarme artísticamente, tener mejor material discográfico, hacer mejores discos. Me interesa perfeccionarme como artista. Siento que hay toda una generación que está escuchando mi voz y quiero tener la calidad para poder decírselo en alta definición, lograr un producto que suene perfecto y yo pueda transmitir el mensaje de la vivencia más allá de la improvisación. Ser un artista, que es mi plan. Cuando empecé, sólo quería escribir mis canciones. Después descubrí la improvisación, me encantó, la gente lo aceptó a full. Para mí es importante pasar de la etapa de improvisar y competir, a ser un improvisador -lo voy a ser toda la vida- pero también dedicarme a plasmar mis obras, a hacer mi música, a convertirlo en algo más profesional. Entonces, cuando tengo que competir lo hago. Pero nunca me vas a encontrar en una batalla de improvisación hablando mal de la madre de uno. Eso lo hacía cuando tenía 15 o 16 años. Son recursos.

¿En qué momento dejaste Rosario y te viniste a Buenos Aires?  

A los 16. Salí campeón nacional de "A cara de perro 2011", y la productora donde estoy ahora, Sudamétrica, me ofreció trabajar como jurado en la competencia. Luego empecé a formar parte del sello. Ahora estamos todos juntos, son colegas los pibes. Pero al principio me contrataron para empezar a trabajar. La idea era llevarme de gira, como jurado. Venir a esa edad a Buenos Aires fue un flash. En ese momento tenía que darle un giro a mi vida y buscar más oportunidades. Y así salí para Buenos Aires. Más sabiendo que todo estaba creciendo y que sentía dentro de mi pecho que eso venía creciendo conmigo. Yo decía: "Esto lo estamos haciendo explotar, lo estamos haciendo explotar". Y sigo sintiendo que está creciendo, siempre estoy muy confiado porque lo que estoy buscando en el rap es algo puro. Y busco renovarme y crecer. Yo no me cierro, simplemente voy por mi camino. Y en ese momento, lo que me tocaba era empezar, y lo hice.

¿Porque otros estilos musicales estás influenciado?

Obviamente escucho mucho hip hop, rap, trap, pero me influencio mucho con la música tocada en vivo. Soy de ir a ver una jam de jazz y ver músicos tocando, concentrarme y escuchar de a ratos cada uno de los instrumentos, ver todo lo que hacen. Me gusta mucho la música negra. Todo lo que es el soul, el jazz, el funk. Me gusta mucho la rítmica, todo aquello que tenga una melodía buena.

¿Y leés poesía?

Sí, por ejemplo estoy leyendo "La vida, ese paréntesis" de Benedetti que me parece un muy buen libro. Encuentro la poesía en algunos rapeadores que no son de lo que más me gustan a nivel musical, ¿entendés? Por ahí no son de los que más me atrapan en flow, o métricas, sin embargo sé escucharles bien lo que escriben. Es decir, hay algunos rapeadores que se destacan por su escritura, y también los sé leer de esa manera. Me alimento de muchas frases buenas. Las escucho todo el tiempo.

¿Por qué creés que sigue creciendo el rap, el freestyle?

Antes ocurrían "booms" o modas que tenían una especie de cultura, pero no tenían una raíz. En cambio el hip hop la tiene. El pibe cuando se mete ve una superficie, y después empezás a ver una realidad más amplia, más amplio que las batallas, que el freestyle, que las canciones en sí, o rapear. El hip hop es más grande. Lo empezás a ver y te das cuenta que tiene sus raíces, sus fundamentos, que tenés que cultivarte, porque si vos vas a dar un mensaje y vas a tener una persona que te está escuchando, vas a necesitar tener algo para decir. Eso te diferencia de las modas. Y es agradable, es bueno, a la gente le llega. La gente está con la cabeza mucho más abierta que en otros momentos, y por eso está entendiendo más esto. Esto no va a ser una moda, sino que va a tener continuidad. Porque, una vez que un pibe comprende lo que es, lo utiliza en su vida. Vos no necesitás vestirte de cierta manera para ser un rapero, o hacer ciertas cosas. Para ser un rapero, simplemente, se necesita contar lo que vos vivís realmente, y tratás de convertirlo en poesía, en música y te entrenás para hacerlo de la mejor manera posible, como más te guste y que más le llegue.

Más allá de la práctica, de pronto salen cosas inesperadas y es un flash...

Sí, alzás tu voz, la levantás. Para rapear uno deja fluir un montón de cosas. A la hora de rimar, cuando empecé, quizá lo pensaba mucho. Pero hoy me fluye naturalmente. Empiezo a rapear ahora y me fluye; no sé lo que va a pasar, pero sé que todo lo que va a pasar va a ser bueno. Porque me va a ir naciendo, lo voy a ir encontrando, creando en el momento. Y esa catarsis es un desahogo enorme. Digo un montón de cosas; a veces me escucho y digo: "Mirá la que bajé. Tiré alto". Pero es posta, es lo que me está pasando. Me ayudé a mí mismo, me di consejos rimando. Y eso es increíble, está en el subconsciente. Está en algún lado, que vos lo hacés nacer porque lo entrenás, lo vas buscando, y lo vas sacando.

¿Cómo te sentís al ser un referente?

Cuando era más chico era un referente de la "bardeada". A mí lo que más me alegra es haber sido un referente de la "bardeada" y hoy en día ser un referente de lo que es "no bardear". Porque si vos ves la línea de tiempo, vas a encontrar un cambio. Y ese cambio quizá le pase a muchos pibes en su vida. A los pibes que hoy empiezan en la plaza, yo los re banco, y me ponen re contento. Ponele, que los pibes del Quinto Escalón están metiendo mil personas o más en una competencia de plaza, me parece increíble. Creo que a esos pibes hay que instruirlos después por el camino de lo que es el buen hip hop, los verdaderos valores que tiene, y que entiendan que no todo es estar en esa plaza, o compitiendo contra otros. Pero eso toma su tiempo. Para mí, mi predica está en el ejemplo, pero no porque yo dije de hacerlo para enseñarle a los pibes. Yo lo hice porque era lo que necesitaba para mi vida. Creo que eso es lo que le va a ir pasando a todos. Tiene que ver con la maduración del hip hop. Algunos lo entienden a primera oída y otras personas necesitan vivir alguna experiencia para poder entenderlo. Y de todas maneras, sigue siendo algo bueno. Estás ahí, o estás grabando, o yendo a una plaza, dónde sea, estás empezando con algo. Te estás expresando. Es alejarse de todo, pero después llega un momento en el que ves que podés hacer algo por todos. Y ahí lo hacés.Siempre está bueno tener iniciativas. Decir: "Vamos por lo que sigue, no nos quedemos en esto". Hicimos esto, genial. Ahora, ¿qué sigue? Vamos por algo mejor. Busquemos. Grabamos, sonó perfecto, bueno. Bueno, ¿qué sigue? ¿La pista la choreamos de internet? Bueno, el próximo tema tiene que ser con una pista nuestra. Así. Buscar profesionalizarnos. Imaginate que todos los pibes que estén en la plaza, traten de sacar un disco. ¿Vos creés que a todos les va a salir un disco bueno? Un disco bueno va a salir, y el segundo disco de todos esos, también va a ser bueno. Hay que profesionalizarse. Activar en un estudio es una movida. A mí me costó un montón el hecho de grabar. Cuando empecé yo decía que era improvisador. Pero en algún momento tenés que empezar, por más que el primer tema que grabes sea un desastre. Pero ahí escuchás. A la hora de grabar no hay reglas, sino que vas creando tu propio mundo. Es una libertad muy grande. Y ahí podés decir un montonazo de cosas. Y no tenés por qué dejar de ser un improvisador. Pero es bueno buscar siempre el siguiente nivel. Y creo que algo que nos va a llevar a crecer es que todos los pibes se profesionalicen. Que todos busquen ser artistas o rapeadores, o interiorizarse en la historia del hip hop, los valores que tiene, qué podemos aportar en este país con esto, y con eso ya te convertís en un emisor del bien, sos como un soldado de la luz. Ya estar en el hip hop es un gran paso. Y lo que sigue es entenderlo.

¿Qué sería entender el hip hop?

Yo estuve un montón de años rapeando sin saber lo que era el hip hop, sin ser un hiphopero, siendo solamente un rimador. Pero bueno, en algún momento te llega. Lo aprendés con el tiempo, y es lo que más te suma. Desde que lo aprendí, no puedo parar de transmitírselo a otras personas, y reflejarlo cuando me paro en un escenario. Y eso no va a cambiar. Porque representar algo es mucho más importante que ganar cualquier competencia. Ganar una competencia, alterando tu estilo, es una mentira. En cambio, si vos te mantenés en una línea, con el paso de los años, se nota. Siempre es bueno aferrarse a algo importante, decir: "Este es mi valor en el rap, yo quiero hablar de esto, quiero ser esto, quiero representar esto. Quiero marcar huella con esto. Voy a defender esto". Y lo hacés. Y te mantenés. No importa que el de al lado gane diez competencias por decir "tu mamá esto". Eso no lleva  a nada. Las competencias van y vienen, pero las palabras no. Por eso hay que cuidar mucho lo que uno dice. Antes yo no les tomaba el peso a las palabras, pensaba que era una boludez. Pero cuando ya tenés el poder de la palabra hay que cuidarla. El hip hop trae consigo cosas que mucha gente no sabe. Tiene un gran significado. Viene de las Panteras Negras, Malcom X, que ya era un rapero. Y lo era, porque era un representante de los negros que se animaba a agarrar el micrófono y a decir las cosas que ninguno decía.

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