Julio Ríos, el maestro que el Estado dejó morir

por Revista Superficie
19 de julio de 2014

Fue maestro rural y de frontera durante décadas. Ya retirado, encabezó el reclamo por la millonaria deuda que el Estado misionero mantiene con nuestros docentes jubilados.

Por Sergio Alvez 

Todos los jueves, desde mayo de 2012, un grupo de jubilados docentes misioneros marchan frente a la Casa de Gobierno de Misiones, en reclamo por la impúdica y millonaria deuda que el Estado provincial ?”el mismo que derrocha en banalidades?” mantiene con ellos. En su mayoría, se trata de mujeres y hombres que se dedicaron a la docencia rural y cuyo ejercicio de la profesión no estuvo exento de serias dificultades en las escuelas rancho de la Misiones más profunda.

Uno de estos hombres fue Julio Ríos. Nacido en Nonogasta (La Rioja), Julio arribó a Misiones en la década del sesenta y desde entonces entregó su vida a la docencia rural. Durante muchos años fue maestro en escuelas de frontera en diversas localidades del norte provincial.

Julio Ríos fue uno de los iniciadores del grupo de maestros jubilados que hoy se conoce como Marea Blanca, y uno de los primeros que se puso el guardapolvo para marchar alrededor de la plaza 9 de Julio de Posadas, para reclamarle al gobierno provincial el pago de lo que se les adeuda. Explica don Vitalino Acosta, maestro jubilado y amigo de Julio Ríos: “Al docente jubilado testigo, en carácter retroactivo, se le debe un equivalente de 18 sueldos, algo así como 37 mil pesos en promedio a cada uno. Si no hubiera topes jubilatorios por la emergencia económica que en la provincia lleva más de 20 años, la deuda llegaría a unos 350 millones de pesos para un número que no supera los 4.500 jubilados. Muchos de ellos no tienen mucho tiempo para esperar, están enfermos, y algunos ya fallecieron esperando el pago de esta deuda. Julio es uno de ellos, uno de los que murió esperando y fue abandonado por la obra social para la que aportó toda la vida, la del IPS”.

Olga Bordón es la viuda de Julio Ríos. Docente y riojana como él, recuerda ante el cronista de revista superficie: “Yo vine primero que él a Misiones. Tenía entonces 17 años y venía de La Rioja, para instalarme en Eldorado. Inicié mi carrera docente ahí y Julio vino cuatro años después. Teníamos el ímpetu de querer actuar ante las necesidades, educar ahí donde más falta hacía. Fue así que pronto partimos hacia la frontera y nos dedicamos a dar clases en escuelas ranchos; anduvimos por San Antonio,Irigoyen, Andresito y varios otros pueblos. Hicimos patria, como se dice, dando clases con pizarrones colgados de árboles porque no había aulas, dando clases de cualquier forma, llegando a caballo tras andar ilómetros, yendo a buscar alumnos, dejando la vida. Julio fue maestro, después director, después supervisor, y cada paso por debido concurso.”

El 19 de julio de 2012, Julio Ríos falleció por la falta de cobertura de la obra social en un momento crucial. Nos cuenta Olga: “Julio tenía bronconeumonía y era diabético. Tuvo un episodio y salimos para internarlo. La obra social le estaba descontando todos los meses 500 pesos, ya que él tenía un cargo alto. Fuimos al sanatorio IOT y nos dijeron ahí, tras una larga espera, que para afiliados del IPS no había cama. Toda una tarde esperando en Emergencias. Cuando reclamamos, desde la auditoría del IPS nos dicen que no tenían cama en ningún lado. Es decir, camas había, pero no para el IPS que le debe plata a todos los sanatorios. Finalmente al día siguiente lo llevamos al hospital, pero ya era tarde, se había desmejorado y falleció a los cuatro días. Lo peor fue que luego tuvimos que pagar 3 mil pesos para el sepelio, porque la obra social, luego de haber aportado toda una vida el ítem sepelio, no nos cubría tampoco eso. Fue muy doloroso. Entregó la vida a la docencia y así le pagaron. Se murió abandonado por el Estado, que encima le debía muchísimo dinero. Fue abandono de persona. Yo creo que su muerte tuvo que ver con la lucha que estaba encarando. Lo mandaron al muere”.

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