Dos mil marchas

por Revista Cítrica
10 de agosto de 2016

Pasó un jueves muy especial para las Madres de Plaza de Mayo. Los recuerdos de Hebe.

Se cumplieron dos mil marchas de los jueves de las Madres en la Plaza de Mayo. Empezaron hace 39 años. Cuando entendieron que los reclamos, las transformaciones y los cambios solo tienen valor si son colectivos. Y fueron a la Plaza. Porque también supieron y no olvidaron nunca que la calle es el espacio donde el pueblo debe expresarse. Se quedaron de pie frente a la Casa Rosada. Esperando una respuesta por sus hijos. Visibilizándolos. Y fueron los milicos, los mismos represores, los mismos desaparecedores, los mismos que detestan la expresión de las marchas, los que les dijeron que había Estado de Sitio y tenían que caminar. “Las marchas las crearon los milicos sin querer”, aseguró Hebe de Bonafini.

De estas 2 mil marchas, ¿cuáles son las que más recordás?

Son muchas cosas. Las primeras fueron diferentes. No fue una creación de las Madres. Nosotros íbamos a la Plaza y nos quedábamos ahí. Pero cuando los milicos vinieron en agosto, porque éramos como 70, dijeron que estábamos en Estado de Sitio y nos movimos. Crearon las marchas, sin querer.  Y la otra que recuerdo mucho fue la última en 2006, cuando vino Néstor y dijimos: "Ya no hay un enemigo en la Casa Rosada". Y las del comienzo, cuando nos llevaban presas todos los jueves. Hasta que decidimos ir muchas. Tenemos que ir todas porque cada vez que vamos pocas nos meten en una celda con un muerto. Que sabíamos que era un hijo nuestro pero no sabíamos cuál. Un muerto de varios días, con olor. Los hijos de puta te dejaban salir a las tres de las mañana sola. Por eso no tengo miedo a esto, es una huevada tener miedo de esto.

¿Cuántas veces te llevaron presa?

Yo tengo fotos locas de casi todas las comisarías donde estuve. Me llevaba la cámara en la bombacha y como no podía decir que estuvimos presa, no teníamos pruebas. Sacaba fotos, tengo fotos de los inodoros de todas las comisarías. Hay que ser un poco loco para pelear, un grado de locura tenés que tener. A una no le tiene que parecer loco lo que hace, eso es lo que resuena después.

¿A qué Madres extrañás más?

Y extraño a Marta Badilla, a Hebe de Macia, a Juanita (Juana Meller de Pargament), a Elisa.. Eran buenas compañeras. Eran esas Madres que te acompañaban a todos lados. Me acompañaban a los lugares más difíciles. A la guerra de Yugoslavia por ejemplo. Ahí cuidábamos los puentes con las mujeres. Fuimos todas las noches. En Perú también estuvimos con los compañeros que tomaron la embajada. Fuimos todos los días pero nunca nos dejaron pasar. Convoqué a una marcha, por lo menos para que fueran los familiares, ellos vinieron, el Ejército rodeó la plaza y se quedaron en la Catedral. Y nosotras todas gaseadas, con Hebe de Macia, las dos solitas, marchamos por la plaza enorme de Perú.

¿Quiénes fueron tus referentes políticos?

Primero mis hijos. Vi la lucha y la entrega en ellos. Nunca nada para ellos, todo para la lucha. Cuando entré a la casa de mi hijo arrasada había tres frasquitos de dulce que decían: viajes, morfi e imprevistos. En todos había monedas. Ellos trabajan y ganaban plata pero todo lo entregaban. Me enseñaron mucho. Un día mi hijo me pide que lleve a la estación de Tolosa a una piba que estaba siendo perseguida. Voy con la camioneta y la busco. La piba era una piba muy joven, asustadísima. Tenía puesto un gamulán y ni ropa interior de lo rápido que tuvo que salir. Sola en tren se iba. Esa piba estaba dando la vida por la patria, por nosotros. Y la gente dice que es terrorista. Cómo puedo pensar que tengo que hablar más de mi hijo que de esa chica, que no sé ni cómo se llama. Por eso las madres socializamos la maternidad y no somos más madres de nuestros hijos. Por eso no podemos cobrar nada, eso es el capitalismo puro. Al que solo le importa ponerle precio a la vida. Te vaciaban la casa, venían los medios y te preguntaban: qué le llevaron. Y  algunas decían: el televisor, la ropa, las cucharitas. Después los medios decían: le robaron todo y tiene un hijo desaparecido. Entonces un hijo valía igual que un colchón. Yo le decía a las madres: “Cuando pregunten qué falta, digan me falta mi hijo”. Eso es lo que importa. Lo demás lo podés reparar.

LA NOTA SIGUE:

"Macri no puede llenar ni un baño y nosotros llenamos plazas"

"Siempre me gustó ser libre"

 

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