Cuatro imperdibles del FIDBA

por Revista Cítrica
03 de agosto de 2016

Este miércoles es el último día del Festival de Cine Documental de Buenos Aires y se proyectan algunas películas cuyos temas se vinculan entre sí y valen mucho la pena.

El documental latinoamericano es rico y variado como en pocas partes del mundo. Sin embargo se da la casualidad o causalidad que en muchos de ellos los protagonistas e incluso sus conflictos son similares. Desaparecidos,  desigualdades sociales, lucha por justicia, Estados Unidos y la CIA como quienes intentar digitar el destino de los otros países, el pueblo que se rebela, las políticas neoliberales y los boicots a los gobiernos que más se acercan a una distribución de la riqueza más equitativa. Chicago Boys, Todos son mis Hijos, Nuestra Resistencia y Raídos son cuatro documentales imperdibles que se proyectan este miércoles en el marco del Festival Internacional de Cine de Buenos Aires y en los que aparecen estas temáticas ya clásicas del cine latinoamericano.

En la chilena Chicago Boys- miércoles 3 a las 17.30 en el Gaumont- es donde más claro aparece todo.  La claridad sale del barro. Allí hablan a cámara con impunidad y convencimiento los economistas de la dictadura militar de Augusto Pinochet. Reivindican con alegría sus épocas de estudio en la Universidad Católica de Chile y en la Universidad de Chicago. Defienden las medidas económicas que implementaron en la dictadura. Aseguran que no sabían nada de las desapariciones pero reconocen que de haberlo sabido, igual hubiesen hecho su trabajo. Reconocen al estadounidense Milton Friedman como su guía. Exponen su convencimiento de que el libre mercado  es el único modelo económico viable. Se enorgullecen de que los economistas chilenos post-dictadura siguieron el mismo camino. Y sintiéndose eminencias, se cagan- y la palabra no es exagerada ni desubicada- en las desigualdades. “Me cago en los motivos y las desigualdades. Lo que importa es que lo ganó Chile con eso, y lo que gané yo con eso” o “La distribución del ingreso es un problema de envidia", son apenas dos de las frases que lanzan con absoluta naturalidad.

El majestuoso trabajo de los directores Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano hace que las palabras de los Chicago Boys se entierren solas sin que sea necesario refutarlas demasiado. Apenas basta con unas palabras de un economista disidente y algunas imágenes de las marchas de la juventud chilena en los últimos años. El reclamo de las marchas, estos economistas no lo entienden. No entiende cómo pueden quejarse de una economía que “funciona”. Porque total el PBI de Chile es alto. Cómo se distribuye no les interesa. Tampoco que ellos pudieron estudiar en Chicago- gracias a una ayuda financiera de la CIA- y una inmensa cantidad de sus compatriotas no puede estudiar en ningún lado. Lo más increíble de todo es como los Chicago Boys aún hoy en plena democracia siguen guiando y siendo referencia de consulta en los aspectos económicos del país.

Las dictaduras definitivamente no terminan con su legado una vez que dejan el poder. En Chile el caso es extremo, pero en Argentina también pasa. Y eso muestra en parte el documental Todos son mis Hijos. Las políticas económicas siguieron por el camino que estalló en diciembre de 2001, desde entonces Las Madres de Plaza de Mayo “socializaron su identidad y su reclamo original y entendieron a todas las víctimas populares como sus propios hijos. Este es un documental sobre aquel tejido simbólico de identidad social que se construyó  a través de compañerismo, resistencia, memoria y la lucha de la asociación”. Con esas palabras da inicio la película de  Ricardo Soto Uribe Todos son mis hijos -19.30 también en el cine Gaumont- que expone un camino donde los protagonistas y los conflictos varían mucho menos de lo que suponemos de la dictadura hasta la actualidad. Y hasta el apellido del actual presidente de la Nación figura en las distintas épocas.

Desigualdad, resistencia, patria. Esas tres palabras también brotan en Nuestra Resistencia- Filmoteca Metropolitana a las 22.15- un documental de Nicolás Mu  y Philippe Bernard  sobre el hip-pop en la Argentina. ¿Qué tiene que ver esto con desigualdad, dictadura y patria? En primer lugar el hip-pop es la música urbana, de la calle, del laburante, de la gente que recorre y sufre el espacio urbano. Y denuncia la injusticia y la desigualdad. Además desde sus inicios fue un arma cultural de resistencia, principalmente en los primeros años de democracia y fue un canal de expresión artística que pudo colar un discurso disidente a los inicios de los 90, cuando lo extranjero ocupaba la mayoría de los espacios.

Pero si hablamos de desigualdad, no hay cuestión más obscena que la que cuenta Diego Marcone en Raídos- 21.15 en el Gaumont-. La miseria de los tareferos, los trabajadores que recolectan la cosecha de la yerba mate en Misiones a cambio de una paga absurda y la naturalidad con la que quienes les pagan ganan millones sin transpirar ni cuestionarse por un segundo la desigualdad. Las películas del FIDBA se explican entre sí. El plan de mercado libre de los Chicago Boys, las dictaduras políticas y sus continuidades económicas son lo que genera la necesidad de los jóvenes por expresarse con las marchas estudiantiles en Chile o con el hip-pop en Argentina. Y lo que vuelca a las Madres de Plaza de Mayo a ampliar su lucha no solo hacia la justicia por sus hijos desaparecidos sino también por los hijos del presente. Y, por supuesto, también  la relación entre empresarios y trabajadores esclavos en Misiones.  

©2024 Revista Cítrica. Callao 360, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica. Número de propiedad intelectual:5313125 - [email protected] | Tel.: 45626241